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En un período estival atípico afectado por una dichosa pandemia que sigue azotando al mundo, son muchos los festivales que han podido adaptarse a esta nueva situación, ciñiéndose estrictamente a las medidas anti covid-19, reduciendo su aforo sustancialmente a fin de cumplir con el distanciamiento social. Ante la dificultad de poder contar con la bandas internaciones programadas con anterioridad, los organizadores del Ripollet Rock Festival apostaron por modificar su cartel con grupos nacionales de gran prestigio, dando un ejemplo intachable de lo que un festival en España debería seria ser siempre, un gran exponente de bandas estatales, sin tantos prestigiosos invitados internacionales. Rigurosas medidas de seguridad en todo el recinto que se cumplieron a rajatabla en base a un buen despliegue del personal, acompañado de espléndidos medios técnicos y acertadas decisiones por parte de la organización de no servir bebida ni vender tickets cuando la zona habilitada para ello llegaba al máximo permitido de personas, generándose inevitablemente colas de espera para poder acceder a la misma. En cualquier caso, todo salió a la perfección, salvo por algunos desajustes horarios y algún comportamiento incívico de alguno por no usar la mascarilla en los lugares donde era obligatoria.
Los madrileños Ankhara tuvieron el honor de abrir el festival, cogiendo mano del libro de estilo de bandas de esencia ochentera, en claro fervor espiritual revitalista, dejando de manifiesto que en su trayectoria musical hay recuerdos a los que el polvo no ha sumido en el olvido. Y es que a la actitud impecable con la que salieron a escena hay que sumarle las grandes canciones que poseen y la calidad que atesoran sus músicos, sin notarse demasiado la ausencia temporal de su baterista Matt de Vallejo. Solo bastaron escuchar unos pocos acordes de «Lentamente» o «Un Paso Más» para comprobar que hacen gala de un sonido con unos patrones rítmicos muy bien marcados y un vocalista que juega con sus registros vocales de una manera muy dinámica; y buen hacer característico con el que sentaron cátedra en el pasado. Temas como “No Mires Atrás», «Un Paso Más», y el que para ellos es ya casi como un clásico particular “Sigo En Pie”, con la invitación al público para corear el estribillo, fueron de los momentos más celebrados de su actuación. Su puesta en escena y el arrollador sonido no dejó a nadie indiferente. Todo fuerza y sentimiento en el emotivo homenaje que le rindieron al reciente fallecido Lemmy Peralta (guitarrista de Dr. Crue) a través del heavy metal puro y duro de «Sueña».

 

– Intro
– Lentamente
– Un paso más
– Demasiado tarde
– Sueña
– 3:40
– Esperando en la eternidad
– Sigo en pie
– No digas nunca
– No mires atrás
– Hasta el fin
– Acordes mágicos

 

 

El resurgimiento del thrash metal que estamos teniendo estos últimos años es algo que está más que confirmado, solo basta ir a un concierto de los albaceteños Angelus Apatrida y ver toda la masa de seguidores que mueven. Los manchegos son una de esas formaciones de las que no fallan nunca sobre un escenario, con una motivación que se transforma en actitud y entrega, una intensidad que no riñe con una elaboración marcada por cambios de ritmo estremecedores. Fueron los encargados de encender el ambiente, de poner toda la carne en el asador con esa pesadez de las rítmicas contrastadas con los decididos solos, un buen trabajo instrumental, renovando recetas clásicas y ampliando el espectro para los amantes del genero. Un derroche de caña y calidad de mucho nivel, con complicados ensamblajes de punteos y ritmos a contrapelo, sonando las guitarras muy compactas en «Indoctrinate», «Bleed the Corwn», «Downfall of the Nation»; y un mayor protagonismo para ritmos más primarios y reconocibles, y gran versatilidad en los registros vocales para otorgar una tremenda explosividad a la banda en “Bleed The Crown”, «We Stand Alone», «End Man», todo ello con una uniformidad pasmosa. Calidad musical, contundencia rítmica y buenas combinaciones, con un nexo de unión con la actual cara que pretende ofrecer el grupo, cerrando una actuación incontestable en todos los aspectos con un trío ganador Give’Em War», «Sharpen the Guillotine» y «You Are Next», demostrando su categoría como formación de trayectoria y todavía de mucho futuro.

 

 

 

– Indoctrinate
– One of Us
– Bleed the Crown
– Of Men and Tyrants
– Childhood’s End
– Downfall of the Nation
– Violent Dawn
– We Stand Alone
– End Man
– Give’Em War
– Sharpen the Guillotine
– You Are Next

Ningún grupo exprimió tan bien su tiempo como los riojanos Tierra Santa, quienes nos obsequiaron con lo más granado de su trayectoria, dejando de lado su último trabajo «Quinto Elemento», mostrando una gran solvencia, portando el estandarte del power metal nacional con todo derecho, y buscando arrastrar al público con ellos con la mejor predisposición. Una formación que fluye de una manera impecable cada vez que se suben a las tablas, con mucha destreza precisa a la hora de ejecutar temas de una depurada técnica como «Nerón», «Sangre de Reyes», «Juana de Arco», «Indomable», «Alas de Fuego» y «Legendario», con los cuales dejaron bien patente su categoría como banda pese a llevar un tiempo sin subirse a un escenario. Hubo espacio para destacados momentos con sabor a clásico en «Tierras de Leyenda», «La Momia» y «Legendario», provocando sensaciones que dejan huella, Ángel San Juan al frente con una profesionalidad bárbara y una presencia escénica muy notoria, arropado por una base rítmica de una consistencia adecuada, reluciendo esas guitarras que ofrecen imperecederamente un estupendo juego. Arrasaron con mucha veteranía y autenticidad, no tardando en expandir su incuestionable clase y categoría, conservado toda su magia en directo, concluyendo con «La canción del Pirata», que supone algo especial y superior, resultando un plato de buen gusto para todo seguidor de power metal de siempre.

 

– Nerón
– Tierras de Leyendas
– Sangre de Reyes
– Apocalipsis
– Indomable
– Juana de Arco
– La momia
– La leyenda del Holandés Errante
– La Sombra de la Bestia
– Pegaso
– Alas de Fuego
– El Laberinto del Minotauro
– Legendario
– La canción del Pirata
Foto: Unai Sanchez

 

Foto: Unai Sanchez
A veces la vida nos pone a prueba para ver si eres lo suficientemente fuerte para luchar y cumplir tus sueños. Jorge Berceo, vocalista de Zenobia, no lo tuvo nada fácil en Ripollet, tuvo que sacar pecho y afrontar el desafío de cantar con una fuerte faringitis que le impidió durante buena parte del recital llegar a notas altas sin forzar la voz. Aún así se le vio siempre seguro en el escenario, dejándose el alma y apoyándose perfectamente en el resto de sus compañeros que no le fallaron en el mas mínimo detalle por mostrar su música y ganar adeptos. Tras un comienzo algo dubitativo en solidez y consistencia, la cosa mejoraría bastante en «El Último Bastión» e «Icaro», comenzando verdaderamente el grupo a dar el nivel que de ellos podíamos esperar, con un gran trabajo en todos los aspectos y manteniendo a la vez la capacidad de conectar con el personal, brindando visualmente un espectáculo acorde a lo expuesto en el plano musical. El público asistente dejó sobradas muestras de saberse ya gran parte de sus nuevas composiciones como «La Danza del Diablo» y «Jamás», rendido ante la innegable categoría ofrecida y encantado de presenciar la colaboración estelar de Veronica Galindo (Rising Core) en el tema «Corazón de Hielo». Sin duda alguna, tendrán mejores oportunidades que les permitan sacar más brillo a su exposición de temas, porque en esta ocasión nos tuvimos que quedar un poco a medias debido al poco tiempo que dispusieron y la afección de las cuerdas vocales de su cantante, al que le deseamos una pronto recuperación.
Foto: Unai Sanchez
Foto: Unai Sanchez

– Intro VI
– Sin Perder la Razón
– La Danza del Diablo
– El Último Bastión
– Ícaro
– Corazón de Hielo
– El Sueño de un Loco
– Borraré tu nombre
– Jamás
– Lo llevo en la Sangre

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