La autenticidad sigue siendo uno de los rasgos más valorados en todos los ámbitos de la vida. En el mundo de la música este término hace referencia a la originalidad y la peculiaridad, la coherencia perfecta en cantar con sentimiento y hacer sentir al público dichas emociones. En multitud de ocasiones nos encontramos con una ausencia de la misma en algunos artistas que han dejado de ser ellos mismos para sumarse al carro de la modas, música demasiado mainstream y sin alma.
Los valencianos Benito Kamelas se mantienen férreos en su planteamiento rockero, engrosado su legado y fortificando más si cabe su estilo en base a la madurez otorgada por el transcurso del tiempo y la experiencia adquirida sobre los escenarios, fieles a su esencia y sacando a relucir la bandera del optimismo, el compromiso y la coherencia emocional, con consciencia de si mismo y honestidad e integridad sobre sus valores humanos, sobrellevando con una vanlentia admirable su vocalista Quini, miembro fundador de la banda, el infortunio de haber tenido que buscar nuevos compañeros de andadura musical (Enrique Infante Perez, Mario Blanco Tascón, Angel Cañada Álvares y Zoran Ramos Wentink) y el duro reto de componer y grabar su nuevo disco «Resilencia» a distancia durante la pandemia.
Su regreso por tierras vascas en plenos carnavales acaparó el interés de sus más acérrimos seguidores junto a esas nuevas generaciones deseosas de disfrutar, por primera vez, de unos temas tan ligados a sus propias vidas, con ese significado tan especial que ya los hace inborrables. La nueva formación funciona como un bloque, entregada a su música y con su marca propia de hacer rock, esquivando el inmovilismo y la desculturalización imperante, una autenticidad tan cautivadora que sigue poniendo el bello de punta al permanecer intacta pese al paso de los años.
Una fulgente nobleza y frenesí alocado por alimentar a esas almas que necesitan relajarse y evadirse de los problemas cotidianos derivados ultimamente por las restricciones de libertad causados por la pandemia, con un incombustible Quini liderando una formación a la que continúa proporcionando de un espíritu único y reconocible, dando mucho ritmo y emotividad desde el arranque con «Nuestra Lucha Es La Libertad», «Resilencia» y «Levante», un torrente de emociones incontrolables, alegatos en defensa de lo que es justo para preservar la igualdad y el bien común, buscando incesantemente generar una atmósfera de cercanía y de afecto, en donde liberar de manera natural todo su encanto personal y pasión, de una forma totalmente cohesionada a sus sentimientos y emociones.
Posteriormente reservándonos momentos de alto poder adictivo como la nicotina, de un plano de intensidad superior, un imán de energía positiva y plena conexión durante un primera toma de sus emblemáticos temas «Sonríe», «Quisiera», «La Farola», «Y No Cambiamos Ni Un Solo Minuto», Loko», «Cocaína» y «Bla, Bla, Bla», turbulencias rockeras nacidas desde el alma, sin perder nunca el ritmo y reclamando un sonido que únicamente les pertenece a ellos, desechando florituras innecesarias pero disponiendo de suficiente dominio, versatilidad instrumental para no resultar monocordes bajo una complicidad enlazante en la presentación emotiva de algunas de sus nuevas canciones por parte de Quini como «Mauna Kea», donde se declaro ser un visionario al haberla compuesto antes de la expulsión de piroclastos incandescentes por parte del volcán de La Palma o emocionándose más de la cuenta con el inevitable recuerdo a su madre en «Abril», ganándose el cariño de los asistentes, que no dudaron en agradecérselo coreando el nombre de la banda durante varios tramos de la descarga, en los tiempos muertos entre tema y tema.
Memorable resultó la parte central del concierto enlazando temas como «He Decidido», «Para Siempre» y «El Renacer del Guerrero», excelente el trabajo de toda la banda en ejecución instrumental y coros, con el personal coreando las letras e incluso la melodía, quemando los últimos cartuchos con una elevada dosis de emotividad y agradecimiento. Sinceras fueron las palabras de su vocalista al reconocer que no se esperaba tal respuesta de inigualable calor humano tras haber pasado una semana mala y que en la próxima vez visita optarán por realizar dos fechas seguidas en esta misma sala, poniendo el ambiente hasta arriba con mucho orden y sonando inmenso, ejecutando con una fuerza inusitada «Lola·, «Ayer Soñe» y «Aquellas Cosas Que Solíamos Hacer», todos ellos con notable implicación del respetable y en un estado de forma ejemplar en «Valencia Ciudad» y «Siroco», evidenciando mucho futuro para la banda, sin perder un sello de marcado carácter propio y aroma a rock cercano, donde las letras juegan un importante papel, cabeza y corazón.