martes, 23 abril, 2024
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De la consolidación al asentamiento. El Zeberio Metal sigue manteniéndose como una referencia a la hora de hacer las cosas que te mueven, te inspiran o te motivan. Un festival gratuito con identidad propia que pretende impulsar la música como expresión artística y una cultura viva en la zona. Tras una edición reducida con un concierto acústico de Mikel Bizar, cumpliéndose con todas las medidas sanitarias vigentes, llegaba por fin a la normalidad, con una programación extraordinaria, sin restricciones de aforo y sin mascarillas, con suficientes recursos en todos los aspectos y cada vez consolidando actividades al margen de las actuaciones musicales, como el ocurrente concurso de paellas y el show musical a cargo de los alumnos y alumnas de Zubialde Eskola como fomento de la educación musical temprana.

El paso del tiempo no está siendo un factor determinante a la hora de aminorar en la energía ni frescura de los bizkainos Basaki, exhibiendo la formación en directo una madurez compositiva digna de merecer, un trato instrumental muy compacto y unos recursos técnicos para plasmar múltiples emociones, subiendo enteros en cuanto a intensidad y calidad desde diferentes planos rítmicos en «Gezurraren Lubakietan», «Hitzik Behar Ez Denean», Menia Labur Bat», «Lehen Distira», «Espiraletik», «Sare Barik» y «Argonautak», sin nada que esconder a nivel sentimental y sonoro, ritmos muy buscados y unos trazos melódicos impolutos, bajo la misma honestidad de siempre, resultando tan naturales y creíbles a través de pequeños detalles y nuevos horizontes sonoros, a fin de llegar al corazón del oyente. Una actuación sutil en su delicadeza detallista, primando el músculo metalero en ciertos tramos, en su peculiar adaptación de Kortatu «Aeka-ko Beteranoak» y seguido de una descarga de fuerza en turbulencia riffera en la ejecución de «Geroa Joan Zitzaigun» y «Galtzaileon Bandera», dominando hasta la tesitura más introspectiva de una manera muy natural y sencilla,  con un filo algo diferente en densidad y tesituras con cambio de ritmo en un punto intermedio en «Letra Larriak» y «Bitartean», para el deleite siempre de aquellos que sean capaces de reparar en esos matices que en ocasiones pueden quedar en un segundo plano, con toda la calidad y personalidad de una gran banda en todos los sentidos.

Los bermeotarras Elizabeltz han sabido salirse de influencias concretas y encontrar una originalidad poco habitual en las bandas debutantes, hallando un eclecticismo en estructuración de acordes y armonías, una amalgama musical que huye de convencionalismos, que busca crear un impacto perturbador en el espectador a través de elementos de valor teatral, trucos escénicos en perfecta ejecución con su música no apta para almas sensibles. La capacidad de transmisión de la banda sobre un escenario adquiere dimensiones superiores, una misa negra en la que es mejor abrir el alma y dejar la mente en blanco, un envolvente sonido donde todos los matices que genera la banda sorprenden a propios y extraños dado su desbordante despliegue técnico e imaginativo en temas como «Yersinia Pestis», «Kanpai», «Lucifer Bagauda», «Kingdoom Liola», «H ARRA», «Lasto Txakur», un sinfín de tesituras entremezcladas en unas atmosferas muy oscilantes pero a la vez congruentes, estructuralmente complejas, cambiantes, ambientales, profundas… Un dominio de la situación magistral, un colectivo compenetrado capaz de abarcar todas las sensaciones oscurantistas posibles, provocando una intensidad verdaderamente deslumbrante como consecuencia de alternar partes mucho más diferenciadas y contrastadas, haciéndoles merecedores de estar en los altares de la escena musical actual.

Y llegaba el plato fuerte con los bilbaínos Rat-Zinger que realizaron una precisa descarga para el agrado pleno y absoluto de los presentes, con unas guitarras muy trabajadas, unos ritmos demoledores y una voz de lo más agresiva, resultando efectivos para aquellos que buscan una actitud de rabia contra lo establecido, con un Podri en el micro que se comió las tablas. Un directo explosivo y sin miramientos, con la defensa del rock & roll como arma de lucha, tirando de potentes riffs guitarreros bien engarzados en sus aplastantes y sólidas estructuras,  arremetiendo contra el poder implantado en «No Queda Nadie En Pie», «No Habrá Piedad», «L.E.Y» , «En La Cámara De Gas», «No Hay Mañana», «Toda Forma De Poder», y derrochando intensidad en solidas declaraciones de principios como «Larga Vida Al Infierno», «Soy Un Animal», «Días De Gloria» y «Apártate», con un trabajo de coros muy destacable, y sonando compactos, dejando para el tramo final himnos cargados de añoranza y coreados por todos los presentes como «Rock´n´Roll Para Hijos De Perra», «Tenéis Speed?», «Dios Salve A Ronnie Biggs», «Santa Calavera» e «Indestructibles», todos cortados por un patrón muy reconocible a estas alturas.

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