martes, 23 abril, 2024
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Conectar con quienes te escuchan es primordial para unir a las personas en un tipo de conexión donde las emociones comunican más que las palabras. El músico, compositor y guitarrista navarro Pedro Fernández Razkin atesora esa gran cualidad, calidez humana para crear lazos de afecto, ofreciendo un ramillete intachable de enseñanzas de vida a través de sus canciones, el arte de ser uno mismo sin avergonzarse de ello, el mantenerse fiel a unos firmes valores, la importancia de apreciar la sencillez de lo cotidiano y el luchar con todas las fuerzas por cumplir todos nuestros sueños, transmitiendo emociones con su sello característico, repleto de personalidad. Una conexión directa, invitando a vivir una vida con sentido, la importancia de valorar a las personas cuando las tienes, no cuando las pierdes y agradecer aquello que con frecuencia damos por sentado.

Un rock sencillo, pero siempre muy apetecible, escapando de lo ordinario, sin perder nunca el criterio de saber si lo que hace tiene valor o no, yendo más allá con cada disco, con un trabajo de composición que deja precisas pinceladas de calidad y aroma a rock cercano. Identificarse con su innata habilidad para tocar la fibra sensible es algo inevitable, canciones de las que llegan al alma con la sencillez y sinceridad característica de un músico con un latir muy especial. En la sala Jimmy Jazz (Gasteiz) logró generar un espacio diáfano y acogedor pese a no congregar excesivo público, sabiendo dibujar un mundo de ensueño, siendo directo y logrando buena compenetración de guitarras y de arreglos, con el acompañamiento de unos músicos de gran nivel y amplio bagaje (Mikel Fagoaga a la batería, Joserra Mitxelena a la guitarra solista y David Zarzosa sustituyendo a Raúl Serrano al bajo), siendo capaces en conjunto de plasmar muchas sensaciones en los primeros temas a interpretar «La Estación», «Cara o Cruz», «Ni Amor Ni Mentira», «Andrómeda», con una capacidad tremenda para atrapar, navegando entre emociones a flor de piel, con textos muy sinceros y con mucho mensaje, dejando un tacto marcado en el oyente bajo una libertad creativa ilimitada, rozando en ocasiones las tonalidades exigidas en exquisitez musical. invitando a aflorar los sentimientos más profundos en la presentación oficial de su nueva composición musical «Mata Hari», en un emotivo recuerdo a La Fuga en «Banderas», rock sin ataduras en «Huracán», con unos coros muy cuidados, navegando entre desgarbados arreglos de guitarra, matices poperos y fugaces estribillos en «Tekila en Bacalar» y «Hostal», plasmando sus realidades con total naturalidad.

Una riqueza sonora cargada de contrastes y de pinceladas muy sentidas, un sinfín de matices muy bien marcados, con ganas de sentirse vivos y la capacidad innata de transmitirlas desde el equilibrio y bajo una nobleza en el carácter, abiertos a sensaciones en un plano musical mucho más abierto, evolucionado de manera natural en su segundo trabajo «Norte», abriendo el espectro a las emociones y la armoniosidad en «Si Se Quiere Se Está» y «Normalidad», manteniendo una personalidad principalmente en la personal calidez de sus voces y unos arreglos bien sustentados que contribuían a ello, con un sonido mucho más grueso de lo expuesto en «Malabares» y «Polizón», con unas letras de tan sencilla comprensión, un rock fresco hecho con tacto y gusto, dejando marca con la emoción presente. Si cada instante fue realmente mágico, la trepidante recta final no iba ser una excepción, sacando a relucir guitarras más cortantes en una enérgica versión de «Pídemelo Otra Vez» (Barricada), con una emotivas palabras a la figura del Boni, aflorando posteriormente un clamor en el recinto con «El Raro Eres tú» y una fabulosa adaptación del archiconocido tema de Leño «Sorprendente», y concluyendo por todo lo alto con un virtuosismo improvisado en «Sucia Poesía», sacando a relucir esa ansiada esencia que hace reconocibles sus composiciones a la primera escucha. ¡Una amplia latitud en su forma de construir y plasmar canciones!

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