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Hay bandas que marcan tendencia y otras poseedoras de rasgos muy parecidos a las ya totalmente consagradas, pero demostrando de primeras que calidad y creatividad no les falta, sin buscar darle la vuelta al estilo, solo tratando de hacerse un hueco en la escena nacional con criterio y buen hacer. A los catalanes A Dark Reborn se les podría catalogar como una de esas formaciones destinadas a perdurar, dado que exponen un potencial creativo enorme para ir consolidándose, siendo siempre ellos mismos, sin rehuir del estilo que les llena, con un latir más modernizado, explorando nuevos sonidos y subiendo peldaños en expresivas transiciones instrumentales, elevando su exigencia con total naturalidad a su estilo con cambios de ritmo trepidantes e imprevisibles, arreglos muy variopintos y una riqueza en matices tanto vocales como rítmicos, indispensables para no estancarse y seguir resultando interesantes.

En su segundo disco «Last Echo», la formación ha puesto el listón de calidad en lo más alto, naturalizando el sonido y haciendo gala de una técnica impecable, alternando partes brutas y oscuras, pasajes desgarradores, estribillos melódicos y melancólicos, acrecentando la diferenciación entre las partes, aportando evolución y una mayor distinción en ritmos dinámicos y elementos más actuales. La banda ofreció un intenso concierto en la sala Blue (Bilbao), con gran agilidad para moverse por estructuras complejas, transmitiendo toda la garra y pasión que albergan sus canciones, con especial hincapié en las canciones de su nuevo último trabajo. Una fluida descarga impecable en cuanto a calidad, un estilo totalmente pulido, más variado y más técnico que lo demostrado en su anterior visita a tierras vascas, el 6 de diciembre de 2022 en la sala Urban Rock Concept (Gasteiz), en lo referente al aspecto meramente musical, con notables influencias internacionales como Jinjer, Lamb of God, Lacuna Coil, Architects o Spiritbox.

Una actuación donde expusieron unas influencias claras pero no sonando en ningún momento lineales a nivel instrumental, sacando su vocalista Lur todo el sentimiento tanto en sus rasgados como melódicos registros vocales, con matices diversos y ritmos versátiles en «Keida», «Illusions», «Ritual» y «Dark Matter», subiendo la intensidad de forma progresiva con sugerentes ondulaciones emocionales en «Delirium», «Last Echo» y «Levitating The Void». Un estilo suficientemente trabajado como para transmitir, moviéndose con soltura entre la agresividad y la melodía; y jugando con matices diversos que les van acercando hacia unos postulados mucho más vanguardistas, demostrando una envergadura tremenda en absorber y aglutinar influencias. Posteriormente llegó el rescate de algunas canciones de su primer trabajo «My Light» como «I Can’t Breathe» , «Carthasis», exponiendo en conjunto destellos técnicos muy meritorios, siempre al servicio de la agresividad vocal de la encantadora Lur, sin perder matices ni dinamismo, llegando a pasadizos mucho más sugerentes en «Hopeless» y «The Flith», dejándose llevar por las sensaciones, acaparando toda la atención de los presentes en su sensacional cometido de ejecutar riffs mas trenzados y retazos mucho más llamativos. En conclusión una exposición de mayor crecimiento en todos los aspectos, marcando terreno y generando un hueco cada vez más relevante en el saturado panorama metalero actual.

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