Continúa la sólida trayectoria de los bizkaínos Basaki que con su tercer disco «III», han logrado consolidar su estilo, ofreciendo destellos novedosos, con unas pinceladas muy sentidas, unos textos cargados de mucho significado y unos arreglos con una capacidad tremenda para atrapar, buscando variedad en matices y llamativos cambios en las tesituras de las guitarras, sin caer en desvíos incomprensibles. Un tratamiento más extenso a lo que nos tenían acostumbrados en sus obras previas, mostrándose musicalmente muy asentados con una delicadeza mayor, guiados en cierto modo por su propia evolución y tratando por todos los medios no quedarse encasillados en un estilo muy determinado que haga que su propuesta se vuelva un tanto monótona y reiterativa, evolucionando con inteligencia, sin perder de vista la esencia de su pasado y sabiéndolo defender muy bien en directo.
El pasado 7 de octubre, el día en que por fin el LABI levantaba las restricciones en Euskadi, gozaron de la oportunidad de presentar dicho trabajo en la Plaza del Ajedrez (Areeta, Bizkaia) ante un público de pie y con mascarilla, con una estructura bien trabajada y unas sensacionales pinceladas en ciertos pasajes instrumentales para ganar en profundidad, pero sin perder un ápice de contundencia. Un perfecto equilibrio entre melodía y contundencia sonora, endulzando nuestros oídos y acelerando nuestras pulsaciones desde el inicio con «Gezurraren Lubakietan Ezkutatutik» y «Hitzik Behar Ez Denean», para posteriormente dar paso a sus nuevas creaciones «Menia Labur Bat», «Lehen Distira», «Argonautak» y «Bitartean», con un latir más sutil, jugando su vocalista Iker Herrero con la sensibilidad y emotividad en tonos muchos más limpios y melódicos, un entramado instrumental de impresionantes tesituras vocales y conmovedores arreglos, certificando que el secreto de una buena evolución está en no pensar en que los temas tienen que sonar o componerse de una determinada manera sino dejarse llevar por los impulsos emocionales.
La intensidad de la descarga fue de menos a más, el trío atacó los temas de un modo muy sólido y con una perfecta precisión, consiguiendo mantener en todo momento ese difícil equilibrio entre melodía y contundencia sonora con definición y personalidad, conservando un punto de ambición bien entendida, una mayor inquietud por desarrollos más complejos en «Geroa Joan Zitzaigun Ihesi» y «AEK Ko Beteranoak», logrando que su gran seña de identidad sea la propia variedad de recursos reconocibles, una corporeidad en la que se reúnen fuerza y sensibilidad, constituyendo un manual de música honesta, salida directamente del corazón, de transparencia e inmediatez sonora, donde prima los excelentes juegos vocales y unos riffs metaleros que te invitan a cabecear. Una banda que va más allá, rehaciendo los esquemas y buscando nuevas rutas con una riqueza musical innegable, bajo una intención de mantenerse bajo un cierto nivel de asequibilidad en unas melodías creadas para cautivar, por citar alguna: «Galtzaileon Bandera» y «Amorru Biziz». Algo por lo que apostar.