Los años no pasan en balde, nos hacemos viejos por nuestra vagancia, por la rutina, por dejar de disfrutar de la vida, sobre todo cuando la nostalgia se interpone a la esperanza. Envejecer no es una cuestión de edad, sino de actitud. Una lección que tienen super aprendida los barakaldeses Porco Bravo, que siguen remarcando su estilo con un carácter natural y una buena dosis de valentía, reivindicado la importancia de ello en el rock & roll, una honestidad absoluta a unos principios de sacrificio y sentir, una auténtica expresión de magnificencia destellante e intensa, de salvaguardar las viejas raíces del rock, bajo una ofrenda cristalina de honestidad y buen rollo en el empuje, altas dosis de furor, pasión rockera y emoción desbordante. Un sentimiento que traspasa fronteras.
Cada concierto que ofrecen está bañado en irreverencia pura y sabiduría rockera por los cuatro costados, fidelidad a una forma de entender la vida, entrando a saco en la descarga y no bajando el ritmo. Una postura en vivo que no se atrinchera en una particular apariencia chulesca, sino todo lo contrario, en alto rendimiento rockero, corpulencia y convencimiento, expulsar electricidad para aquel que necesite un buen chute de la misma, divertirse y divertir sin posibilidad de defraudar, con mucha autenticidad reflejado en sonido y textos, primigenia expresión del rock escandinavo, dejando espacio para la libertad de unas guitarras que ofrecen mucha vida en los riffs y con la plasmación de un incuestionable esfuerzo por convencer y hacer crecer la piara, rezumando buen rollo, siempre pisando a fondo en inquietud y actitud, demostrando una labor del conjunto muy notable, con una instrumentación directa, con pegada y con chispa en temas como: «Al Despertar», «Corre», «De Cristal», «Donante», «Brindaremos Juntos», «El Cazador», Lemmy», «Motel», «Puto Amor» y «Somos», sin renunciar a la frescura del estilo más tradicional del rock y ganándose al respetable con juegos escénicos como el lanzamiento de una cabeza de Jabali de goma espuma y navegando por encima de las cabezas con una tabla de surf en «Eléctrica Actitud», plasmando de la manera más directa y descarada una personalidad de las que imponen y dejan huella.