Quien haya seguido la trayectoria de los riojanos Tierra Santa sabrá que su trayectoria avanza en progresivo ascenso, partiendo siempre de una elevada autoexigencia en alcanzar un trabajo apabullante y prácticamente inapelable en términos compositivos. Pese a llevar muchos meses sin subirse a un escenario en la vigésimo octava edición del Ripollet Rock Festival demostraron que no han perdido un ápice de pegada ni las galopadas rítmicas veloces de antaño, demostrando su inquebrantable vigor con estribillos memorables, destellos de calidad instrumental y pulidas melodías vocales.