sábado, 23 noviembre, 2024
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Habitamos es un mundo plagado de clones, una sociedad en donde ejercer el valor de la autenticidad exige un cierto grado de hombría para poder vivir la vida del modo que uno quiere, ser libre para pensar y actuar, y no dejarse llevar por la opinión y las ideas de los demás. Cultivar la esencia de uno mismo, conservando la que nos viene intrínseca, tendría que ser lo más prioritario e irrenunciable en todo momento, encontrar el sentido en cada cosa que se hace, conocer el conjunto de nuestras innatas habilidades y aprender a lidiar con las debilidades propias, pero sin sentirse como un condenado. Los segovianos Lujuria siempre dejan una buena parte de su ser cada vez que se suben a un escenario, remarcando su estilo y actitud ante la vida, una rotunda firmeza y honestidad en su manera de sentir la música y amarla, haciendo gala de un carácter natural y honesto, la libertad de ser quien eres, pensar de forma diferentes y actuar en consecuencia.

Con el recinto ya habiendo entrado en calor tras las sensacionales descargas de Hellmugan y Ethernal, salieron los segovianos Lujuria a dar muestra de su consistencia y experiencia, con mucha cercanía y un manantial de fuertes emociones, mucho corazón y entrega para poner la guinda a la celebración del trigésimo segundo aniversario de la EMTE (Asociación de grupos musicales de Errenteria), reivindicando la libertad sexual y la vigencia del heavy metal purista y tradicional. Se metieron al personal en el bolsillo desde el principio merced a una magnífica actitud y una esplendida capacidad en la liberalidad de buenas melodías y altas dosis de sentimiento puro en «Escuadrón 69», «No Soy Carne De Cañón» , «Jekyll & Mrs. Hyde» y «Cinturón de Castidad». Un grupo que sigue ganándose a pulso cada uno de sus nuevos seguidores, manteniendo viva una trayectoria que no se limita a vivir de un glorioso pasado, plasmando sin miedo sus inquietudes y sentimientos de justicia en sus nuevas creaciones, como bien han hecho en su nuevo trabajo «¿Cuántos Somos En Total?», adaptando canciones y textos del cantautor chileno Victor Jara, torturado y asesinado por militares que secundaron el golpe de Estado de Pinochet.

Una de sus grandes bazas sigue prevaleciendo intacta en el carisma y desparpajo escénico de su vocalista Oscar Sancho, quien sabe mejor que nadie el modo de dirigirse a la gente y de generar un espíritu de hermandad a través de alegatos a favor de mantener viva la llama del heavy metal, de rechazar las nuevas formas adoptadas por muchas bandas de estilo similar para generar ingresos y que matan la esencia de la música en vivo como son las entradas VIP y concienciarnos que para que los jóvenes adoren el estilo tiene que haber bandas integradas por personas de edades similares a las suyas, poniendo el ejemplo de que es normal que no vayan a ver a viejales de 70 años por el ambiente maduro que hay en tales eventos.

Tras «Dejad Que Los Niños Se Acerquen A Mí», llegó otra tanda de temas emblemáticos «Traidores y Criminales contra Nosotros Batallan», «Ojos De Presa» y «Destrucción», donde los músicos demostraron su gran nivel exclusivamente instrumental, aprovechando sus recursos musicales y equilibrando una gran riqueza en matices junto a solventes pinceladas individuales al servicio del conjunto. Magistral fue la Jam Session protagonizada por el guitarrista Nacho de Carlos y el teclista Ismael Filteau, preámbulo a un trío ganador, tres grandes ases como cierre, «Estrella Del Porno», «Joda A Quien Joda» y «Corazón de Heavy Metal» , manteniendo impecable un estilo característico con la melodía por bandera y un mayor grosor en guitarras, provocando un clamor considerable al invitar a los integrantes de las dos bandas que actuaron esa noche con ellos en el último estallido. Una actuación brillante que maravilló a los presentes.