viernes, 22 noviembre, 2024
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La valentía es una cualidad esencial para poder cumplir los objetivos marcados en cualquier aspecto práctico de la vida, puesto que quien no arriesga ni actúa con decisión y firmeza, se convierte en un mero espectador que solamente aspira a tener un golpe de suerte, viendo pasar el tiempo sin apenas gloria. Una actitud firme dentro y fuera del escenario puede contribuir a desarrollar algo distintivo aunque no se llegue a plasmar todo lo que se pretendía musicalmente en un principio.

La banda castellonense Killus sigue arriesgando y experimentado con coraje, desprendiendo una absoluta seguridad en sus ideas, captando un amplio abanico de influencias para sintetizarlas bajo un sonido propio, sabiendo ensamblar cada elemento en el lugar preciso para provocar sensaciones únicas y duraderas en el tiempo, ganándose con derecho propio un lugar entre los grandes gracias a su alto poder de transmisión e impacto escénico.

La veterana formación no ha perdido su ilusión tras 25 años luchando contra viento y marea por ofrecer siempre algo novedoso, no repitiendo esquemas, sacando a relucir todo ese sinfín de influencias de una manera impecable. A pesar de haber sufrido cambios significativos dentro de su formación continúan haciendo gala de esa destreza en ejecutar ritmos tan vertiginosos como imprevisibles, haciendo de la experiencia de verles en vivo algo extraordinario y singular.

En la actualidad la banda prosigue con su gira de presentación de su último trabajo «Grøtesk», abiertos a sensaciones y con una capacidad para desligarse de ataduras, ultimando también los últimos detalles de su próximo lanzamiento un vinilo conmemorativo «XXV Years Feeding The Monster», a la venta el 24 de mayo a través del sello Maldito Records. Una experiencia sonora única y apasionante, en la que el grupo ha regrabado algunos de sus temas más emblemáticos.

El grupo salió con mucha fuerza en la sala Rocket (Bilbao), dispuestos a demostrar que tienen un directo impactante, bien argumentado tanto en lo visual como lo sonoro, sin miedo a la extravagancia, de un efecto hipnótico en detalles vocales e instrumentales, tonalidades oscuras y atmósferas industriales, sin faltar sus habituales destellos de calidad y detalles enriquecedores, dejando una mayor envoltura de tinte experimental en el inicio con «Grøtesk», «Man-Made Tragedy» y «H.E.L.L, equilibrando de una manera sugerente y equilibrada matices de groove metal con complejidades sonoras bañadas en metal electrónico moderno y contemporáneo. Tras una impecable interpretación de «Memesis», por parte del todo el conjunto, músicos imprevisibles en sus movimientos, con riffs sustentados en potentes y versátiles ritmos, llegó un tramo de subidas y bajadas emocionales a cargo de «Ascending Antichrist», «Imperator», «Satanic Verse» y «Satanachia XXV», atmósferas apocalípticas, oscuras y recargadas de exquisitos arreglos, siempre con su vocalista Javi Ssagittar transmitiendo un aura de príncipe de la oscuridad.

El sonido estaba siendo nítido en cualquier rincón de la sala, todo el mundo daba muestras de estar volando entre nubes, dejándose llevar por todo el entramado de eclecticismo y vanguardismo industrial derrochado en un tramo verdaderamente intenso de la descarga, temas de excelente ejecución como fueron “El Péndulo», «White Lines», «Paralyzed», «Hipocrisy», «Ultrazombies» y su particular adaptación del archiconocida canción de ABBA «Gimme! Gimme! Gimme!», dejando bien a las claras hasta dónde llegan sus raíces, certificando que el secreto de una buena evolución está en no pensar en que los temas tienen que sonar o componerse de una determinada manera sino dejarse llevar por los impulsos emocionales.

Tan solo quedaba tiempo para que se despidieran por todo lo alto con «Feel The Monster», teniendo posteriormente el detalle de volver a interpretar «Man-Made Tragedy», dejando constancia que las cualidades mostradas en el pasado siguen vigentes en el presente con mayor agilidad y destreza.