Crónica de la quinta edición del Hellbona Fest, Billabona (Gipuzkoa) 11-10-2025

La preferencia por gran parte del público hacia los festivales consagrados como las giras de aquellas formaciones que han marcado épocas, sigue teniendo un impacto negativo en lo referente a asistencia en aquellos eventos musicales organizados por asociaciones, sin ánimo de lucro, que pretenden promover, cultivar y fomentar el desarrollo de la cultura musical, tratando siempre de impulsar el relevo generacional y que la escena underground siga perseverando en su naturaleza. No se salvo de esta incidencia cada vez más alta la quinta edición del Hellbona Fest, cuyos organizadores continúan conservando la misma ilusión a la hora de contribuir de forma pequeña pero significativa al mundo de la música, dejándose la piel para que cada nueva edición transcurra en un ambiente de hermandad y con una identidad propia de ser únicos y diferentes al resto, demostrando que tienen ese espíritu de lucha y sacrificio bien interiorizados, siendo plenamente consecuentes a sus convicciones internas, la satisfacción inmensa que proporcionan las cosas bien hechas desde el corazón. Un espíritu de absoluta autenticidad y pasión, plena coherencia entre lo que se piensa y se hace.

Un festival organizado a la vieja usanza, sin la incorporación de tecnologías modernas como las pulseras cashless como único medio de pago, pero con grandes virtudes como el tener dos escenarios para evitar las odiosa esperas entre grupo y grupo por una mala organización o una falta de coordinación, ofreciendo un trato inmejorable a todas las bandas participantes en los términos de disponer del mismo tiempo de actuación sobre el escenario, controlado ello eficientemente mediante un reloj digital fijado en cada escenario que fue marcando el tiempo transcurrido hasta llegar a la duración máxima fijada de antemano por parte de la organización, los 45 mimutos reglamentarios.

Como en ediciones pasadas la primera banda en participar en la plaza Berduta tuvó la peculiaridad de ser emergente, la formación mutrikuarra Obego, desprendiendo influencias claras de Berri Txarrak, con un sonido muy definido y cohesionado, tempos bien marcados en base rítmica y unos estribillos melódicos con mucha profundidad en el significado. Patrones rítmicos sencillos aunque efectivos, bebiendo del rock alternativo en “Koloretako Argiak”, “Bihotz Zelataria” y “Hexagonia” y transcurriendo por otros derroteros más stoner en “Erloju Batentzat” y “Ecce Homo”, sin descuidar en ningún momento la latente potencia rockera, con un resultado tan libre como personal, muy a tener en cuenta.

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Mucho más vivida fue la actuación de la banda de Donibane Lohizune, Ztah, en un rincón con mucho encanto, en el centro cultural Alije, antiguamente utilizado como deposito de agua por parte de los trabajadores de la fábrica Subijana. Los de Iparralde mostraron mucha entereza en contundencia e intensidad, ritmos pesados y agresivos en el plano extremo, brutalidad deathcore, utilizando ritmos rápidos y potentes junto a una gran destreza técnica en rotundas acometidas tendentes a la velocidad, incorporando elementos aún más extremos a través de unos riffs aplastantes, dejando una impresión precisa en crudeza directa y sin miramientos en la ejecución de algunas de las canciones de su nuevo disco “Errea Itzali Arte” como “Etra Ilazti Aerre”, “Zulora”, “Terrorista Baten Aitortza” y “Errea Itzali Arte”, sabiendo medir la energía desbordada, dentro de una vertiente que sigue estando a la vanguardia del metal. Brutalidad muy perfeccionada y con un estilo personal que los engrandece, contando con las colaboraciones de Pintxo (Empire Of Disease) en “Pultsio Hiltzailea” y Bud (Infest) en “Ni Neu”, dejándose todo el alma en la interpretación de “Deabruak Bisitan” y “Alde Hemendik II”, con un sonido en la instrumentación más corpulento.

 

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Una de las claves fundamentales para calar hondo en el sentir de la gente reside precisamente en saber reflejar tu pasión de un modo honesto, buscando tu propia formula y apostando con sacrificio y sentir en la lucha por ese sueño. Los gipuzcoanos Itinerum saben como enganchar y transmitir una pasión que en otras formaciones se difumina en medio de tanto individualismo técnico, conjugando de una manera exquisita el metal sinfónico con el gothic metal, con notables influencias de bandas como Lacuna Coil, Within Temptation y Evanescence, llevando con brillantez a su terreno dicha unión a través de una conexión muy fluida y ambioentaciones muy evocadoras en “Inequality”, “Symphony Of Rage”  y “My Serenity”. La formación estuvo a puntito de cancelar la actuación debido a una faringitis de su vocalista Anne. No obstante, la capacidad de transmisión a cargo de ella fue ejemplar, pese a sufrir en determinados momentos de la actuación, un caudal vocal suficientemente versátil y de gran notoriedad en el transcurrir de esas expresivas líricas, envueltas en densas y melacólicas atmósferas, fluyendo entremedias todas las emociones que puedas imaginar en temas sublimes como “Under Rain”, “Mother Of Chaos” y “Dream And Fly”, con las puertas abiertas al crecimiento.

 

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Igual de letales fueron los arrasetarras Shallow Waters, quienes demostraron estar en buen nivel compositivo, evocando una sensación de oscuridad, melancolía y elegancia con su mezcla de post-black con doom metal, un pulido trabajo instrumental con una variedad de recursos tanto en voces guturales como melódicas. Un sonido nítido y cristalino en el cual se pudó disfrutar con todo lujo de detalles la frondosidad del doom y esos pasajes de furia, desesperanza y dolor en “Bearer Of Bitter”, “My Hidden Friend”, “Everlasting Shadows”, destacando la apertura estilística en un abrumador campo de infinitas emociones, con unas guitarras muy brillantes y un gran trabajo instrumental cargado de matices que reflejó a la perfección la filosofía de este brillante proyecto musical, sobre todo durante el tramo final a cargo de la presentación de su próximo single “Sinking Slow”, y el recuerdo a su disco debut “Bed of Snakes”, con “Approaching The Unknown” y “Light the Pyre”, con esas influencias tan características de la banda de doom metal sueca Katatonia y ciertas connotaciones agresivas del death metal sueco, dualidad perfecta con atmosferas cargadas de brillantez que siempre mutan a tramos más galopantes.

 

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No siempre se puede rendir al 100 porque a veces hay circunstancias desafortunadas que no se pueden gestionar como se quisieran. No obstante, una buena actitud puede llevar a enfretar mejor las adversidades. He de reconocer que les he visto ofrecer mejores actuaciones a los navarros Bourbon Kings con respecto a la que realizaron ese día en Billabona. Aún así, los problemas técnicos que sufrieron con las voces por un motivo de incompatibilidad con la mesa de sonido durante gran parte de la actuación, no pudieron con el entusiamo y las ganas de fiesta de sus integrantes. La banda se desenvolvió con gran fluidez, jugando con diferentes intensidades en “Tonight”, “Una Sola Oportunidad”, “Haka”, explotando su libertad creativa a buen volumen y sentir, manteniendo una cohesión plena en cada mensaje y los ritmos cambiantes en “No Se Por Qué” , “Nos La Suda” y “Cada Cicatriz”, agradeciendo al público por apoyar la escena underground, para posteriormente arremeter con “No Soy Yo” y “Puro Fuego”,  con unos dejes instrumentales más complejos, distorsiones guitarreras junto con un penetrante bajo y una pegada brutal, reivindicando el nu metal por todo lo alto. Tampoco faltaron sus grandes versiones, una increíble versión del “Smack My Bitch Up” (The Prodigy) y su absoluta devoción a Limp Bizkit en “Take Look Around”, entre medias “Fuck You”, otra prueba de su buen hacer en las tablas, destacando las habituales internadas de algunos de sus integrantes entre el público, a fin de desatar la locura e incitar a un gigantesco muro de la muerte.

 

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Siempre me ha impresionado la portentosa perspicacia musical de ciertos grupos, en ir encajando todos sus elementos y materializando su desarrollo a la manera del equilibrista, sin mirar nunca al suelo. Los bizkainos Knives se reactivan cada vez que sale del estudio, con suficiente complejidad y versatilidad, dejando espacio para ciertos individualismos, todo en su justa medida. Mostraron un rodaje impecable en el espacio reducido de Alije, haciendo gala de un importante grosor sonoro y una agresividad con diferentes velocidades. A pinón fijo, manteniendo la intensidad a unas niveles muy altos, alternando sensacionales riffs y unos destellos técnicos muy valorables, transmitiendo emociones a lo largo y ancho de su descarga con alta agresividad y sin miramientos en cuanto a potencia, con las ideas muy claras musicalmente hablando en “Blood Communion”, “The Unknowm”, “Pigs”, “A Practical Joke”, “Woth It” y “Beast Of Gevaudan”, rugiendo al más atronador volumen, garantizando un gran dolor de cervicales al día siguiente.

 

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Es innegable la influencia que sigue teniendo los eibarreses Su Ta Gar en algunas formaciones. Es el caso de la banda de Usurbil (Gipzukoa) Izan Bai, formada por integrantes que han estado en formaciones como Hira, Kudai o Mendeku Itxua, que ha optado por salvaguardar el heavy metal cantando en euskera de la década de los noventa al más puro estilo tradicional, demostrando su gran capacidad como músicos. Pese a las inevitables comparaciones han podido ser capaces de emprender un camino personal que promete atrapar a los más adictos a esos sonidos, dejando muy buenas sensaciones con su disco debut “Dena Galdu Baino Lehen”, una obra de grandes alardes y gran consistencia.

Los músicos se movieron con total soltura y desparpajo bajo su propia personalidad y bastante frescura, con unas melodías vocales que se acomodaron perfectamente a los ritmos de batería y unos excepcionales detalles en cuanto a puentes y punteos en composiciones de heavy metal de impecable trato como “Sustraiak Egarri”, “Izan Bai”, Heriotz Minez”, Damuaren Dama” y “Barne Borroka”, con buen nivel de ejecución, en particular su cantante con mucha seguridad en sus condiciones, derrochando sentimiento apasasionado y pudiendo mantener por encima de todo la melodía de las canciones, dejando para la parte final la excepcional “Sutan Nago”, fundiendo melodía y buena técnica, encandilando por completo a todos los presentes.

 

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