El éxito en todos los aspectos de la vida se mide por los obtención de unos óptimos resultados, pero ello no es siempre debido al haber sabido acertar con el planteamiento idóneo. En el mundo de la música es el público el que valora, reconoce y premia la música con calidad y sentimiento. Los finlandeses Apocalyptica se han ganado con creces el respeto y admiración de los seguidores metaleros como resultado de haber ido dando rienda suelta a su técnica e inspiración, a la creatividad ilimitada que llevan dentro, durante toda su larga trayectoria, siendo totalmente honestos que sin las versiones de Metallica no hubieran existido como tal y llegado a un público mayoritario, usando siempre el cello como instrumento eléctrico para crear un estilo único e ir aportando a su vez nuevos matices a su inconfundible sello.
Para su noveno disco «Apocalyptica Plays Metallica Vol. 2», la banda ha apostado por volver a sus raíces y adaptar a su estilo otra gran colección de canciones de Metallica y así poner de manifiesto toda la evolución y técnica adquirida con el paso de los años. Más de 1350 personas no quisieron pasar por alto la oportunidad de verles interpretar la secuela de su debut en una sala tan amplia como la sala Santana 27 (Bilbao), muchas de ellas, como era de prever, luciendo camisetas de la mítica banda californiana.
No lo tuvo nada fácil la banda finlandesa de moder metal Arctis para romper el hielo y conectar. Se palpaba en el ambiente una cierta indiferencia a prestar atención a su rompedora propuesta musical, metal futurista con pinceladas de rock y pop, inspirado en los inviernos míticos y los veranos místicos del Norte. Pese a todo ello la banda cuajó una excelente descarga respondiendo a ciertos cánones del estilo en técnica y expresividad, trascendiendo los límites del género en cuantos a matices vocales y ofreciendo una experiencia única en desarrollos ocurrentes en la plasmación en vivo de temas como «Tell Me Why», «WWM», «Fire», «When The Lights Go Out», «Frozen Swan» y «Theater Of Tragedy», un asalto sónico de proporciones épicas.
Queda ya muy lejos en el tiempo cuando cuatro violonchelistas graduados de la academia de música clásica Sibelius visitaban por primera vez tierras vascas para dar a conocer su rompedora propuesta de cello metal, una colección de brillantes versiones de Metallica. Los que tuvimos la suerte de verles en esta primera gira fuimos testigos de algo excepcional, el arranque de una banda que iba a marcar tendencia. El trascurrir de los años ha servido para ratificar lo que sentimos ese día en la sala Jam de Bergara en el año 2001, con una capacidad para 1000 espectadores, capacidad de conexión inmediata. Hoy en día solo quedan tres de los cuatros violonchelistas: Eicca Toppinen, Perttu Kivilaakso y Paavo Lötjönen, arropados a la bateria por Mikko Kaakkuriniemi, que ha ocupado la vacante dejada por Mikko Sirén, escapando de lo convencional tanto en lo visual como en el plano netamente sonoro.
Un cúmulo de contrastes y de emociones, más allá de los sentidos, es lo se pudo vivir durante hora y veinte que duro el show, sin perder nunca la espontaneidad, sonando igualmente de complejos y sorprendentes que en sus inicios, arrancando con la intro «The Ecstasy Of Gold» para comenzar a transmitir de seguido múltiples sensaciones a través de su impecable destreza técnica y expresividad en temas tan archiconocidos por todo el mundo como»Ride The Lightning», «Enter Sadman», «Creeping Death», «For Whom The Bell Tolls» y «Battery», cerebro y corazón funcionando a las mil maravillas.
«The Call of Ktulu» dejó un pequeño tramo más ambiental para recrearse en flujos emociones, recordando la muerte de Cliff Burton, un equilibro entre melodía y técnica, con un juego de luces espectacular, ofreciendo diferentes alternancias según un fluctuar dividido en subidas y bajadas de intensidad. El recital fue creciendo y ganando vida a medida que avanzaba, desbordante la ejecución conjunta en «The Unforgiven II», «St. Anger», «The Four Horsemen» y «Blackenend, con un sentimiento perfectamente exteriorizado por los músicos. Llamativa fue la sencillez con la que fueron capaces de exponer «Master Of Puppets», «Nothing Else Matters» y «Seek & Destroy», empastándose a la perfección y mostrando un ejercicio de química musical de mucha altura. «One», el único bis interpretado durante toda la gira, discurrió en un derroche de talento y creatividad, acompañados por la narrativa del propio Janes Hetfield y de fondo emitiéndose por la pantalla el videoclip que grabaron para promocionarlo Grandes sensaciones en un tramo extenso en lo instrumental con una buena muestra de capacidad técnica e imaginación, brillando con mayor plenitud para crear un aura mística en el ambiente.