martes, 10 diciembre, 2024
Banner Content

¿Todo tiempo pasado fue mejor? La época de los noventa continúa siendo para muchos la era dorada de la música, un periodo de cambios significativos en la industria musical, una evolución sin precedentes, una década que se caracterizó por un gran variedad de estilos (Grunge, Brit Pop, Hard Rock, Rock Alternativo, Hardcore Melódico, New Wave, Nu-Metal, Groove Metal…) y la consolidación de muchas bandas que han inspirado posteriormente a generaciones enteras con sus canciones. Los que tuvimos la suerte de vivirla intensamente la recordamos con mucha nostalgia y nos aferramos como agua de mayo cuando grupos icónicos vuelven a los escenarios después de décadas, guiados por el deseo de poder volver a revivir momentos mágicos que hemos tenido en nuestras vidas.

Los norteamercianos Biohazard se han unido también al carro de dicha explosión nostálgica de los noventa, dejando a un lado los egos acaecidos en el pasado entre sus integrantes originales y centrados en que la difusión de su legado siga vigente de por vida. Una formación pionera en unir el Hardcore, Metal, Groove, Hip Hop, que supo llegar a la cima del éxito con discos tan excepcionales como «Urban Discipline» y «State Of The Wolrd Address», con su estilo agresivo y unas letras basadas en la vida urbana y las injusticias sociales. Para el deleite de sus seguidores en tierras norteñas, la banda llevo a cabo una actuación el pasado 25 de junio en un recinto cerrado, en la sala Zentral (Iruña), un día antes de actuar en uno de los grandes festivales de nuestro país, el Resurrection Fest, dejando unas sensaciones muy intensas pero breves.

La velada musical la abrieron los locales The Broken Horizon que llevan una trayectoria tan brillante como modesta, dos discos bien producidos y muy técnicos a nivel sonoro («Desolation» y «Until Silence Speaks»), con matices sorprendentes y marcando una progresión evolutiva hacia un metalcore impactante y plagado de elementos diferenciadores integrados de un modo natural.

Sonaron de lujo y demostraron tener muy trabajado su directo, un deslumbrante rodaje, interpretando los temas con gran fluidez y transmitiendo mayores sensaciones que en sus comienzos como banda, con construidos bloques sólidos de metal, y mucha actitud y espontaneidad en cuanto a exteriorizar sentimientos humanos de enorme crudeza, dando una tremenda fuerza y cuerpo a sus embestidas “Dead World”, “Before Becomng Lost”, «Haunting Me», “Heterodoxy”, «Relentless», “Nothing Gleaming” y «Until Silence Speaks» y «Enough (Is Enough)», consiguiendo el efecto deseado, contagiar una agresividad salvaje, aunando equilibradamente fuerza y técnica, y demostrando una consagración definitiva como banda a tener muy en cuenta dentro de su estilo, con una tendencia a extenderse a nivel internacional, cuidando cada detalle sonoro y visual.

Con un ambiente cada vez más caldeado, llegaba el momento de viajar al distrito neoyorquino de Brooklyn y dejarse llevar por la nostalgia en vez de vivir esclavizado por ella. Nada más salir los integrantes originales de la banda (Evan Seinfeld, Billy Graziadei, Bobby Hambel y Danny Schuler), el público estalló de júbilo y se entregó por completo al demoledor arranque, contagiándose de la energía de los integrantes en cada acorde y en cada nota del gran trío de ases «State Of The World Address», «Shades Of Grey» y «Tales From The Hard Side», con un muy destacable trabajo de coros y absoluta entereza en cuanto a actitud requerida y agilidad rítmica. Nada que reprochar en cada uno de sus gestos y movimientos en escena, teniendo en cuenta sus edades. Un arranque con mucha vitalidad y cercanía, chocando puños con algunos de sus fans y poniendo todo patas arriba con la fuerza de los riffs más metaleros y duros en «Urban Discipline», «Black and White and Red All Over» y «Victory».

Billy Graziade desatado en sus acciones, con la intención de ganarse al público con sus ocurrentes numeritos escénicos, primero subiéndose encima de la barra en «Wrong Side Of The Tracks» y posteriormente en el tramo final recorriendo la sala hasta llegar a la mesa de sonido mientras versionaban un clásico de Bad Religion «We´re Only Gonna Die». Por el contrario, Evan Seinfeld fue derrochando presencia, madurez y mucho respeto hacia el público que está acudiendo en masa a verles, intentando comunicarse con cierta dificultad en nuestro idioma mediante frases cargadas de principios: «No te preocupes si no te quieren, si te deniegan el amor») en «Love Denied». Enseñando más adelante Billy una camiseta de Hardcore Hits Cancer antes de arremeter con un último tramo salvaje que fue vivido muy intensamente por el respetable, siendo sus puntos más álgidos «How It Is», «Punishment» y «Hold My Own», cumpliendo con todas las expectativas previas a pesar de brindar una actuación bastante corta de duración, 60 minutos solamente. Solo nos queda esperar que este nuevo regreso se consolide con un futuro disco de estudio y por consiguiente vuelvan a nuestro país con igual nivel de efusividad y humildad. ¡Hay artillería para ello!