jueves, 2 mayo, 2024
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La clarividencia es una característica que puede ser inherente o aprendida fruto de una inquietud por buscar vías alternativas para sacar lo que se lleva dentro una y otra vez. A veces el asimilar unas buenas influencias y desarrollar un espléndido nivel musical puede contribuir a poder alcanzarlo con suma facilidad, pero se requiere poner cero límites a la hora de componer y buscar darle vida e identidad a la inspiración con destellos y ornamentos que eleven la propuesta a una música abierta a todo el mundo. Los riojanos Ethernal han iniciado su andadura musical sabiendo manejar sus diversas influencias con una destreza y expresividad llamativa, un tacto preciso en los patrones rítmicos, una personalidad en las voces capaz de seducir a cualquiera y un sonido bien definido que se caracteriza tanto por sus inclinaciones naturales a los estándares del heavy metal ochentero como oscuras ambientaciones, de perfección sonora, mucho más actuales. Un certero ejercicio de estilo cohesionado, dejando que casi prácticamente todo el peso recaiga en el apartado vocal.

Como virtud cabría destacar el oficio y profesionalidad que muestran tanto en la ejecución e interpretación de sus composiciones, estupendamente marcados los tiempos en base rítmica y unas letras perfectamente hilvanadas de principio a fin. Tanto individual como colectivamente el grupo brilló en el trigésimo segundo aniversario de la EMTE (Asociación de grupos musicales de Errenteria), celebrado el 14 de octubre en el Centro Cultural Niessen (Errenteria, Gipuzkoa), presentando su primer trabajo «Unión», con una puesta de impecable factura y un desarrollo deslumbrante en intensidad emocional e identidad propia, un acompañamiento a las melodías bien combinado y en su justa medida, con la fluidez necesaria bajo trazos melódicos y detalles instrumentales. La magia comenzó a surgir desde que arrancaron con «Diamantes de Sangre», tema que en el disco han contado con la colaboración de Ángel San Juan (Vocalista y guitarrista de Tierra Santa), ahondando en la profundidad y conexión emocional para crear universos sonoros de un carácter singular, con unas trenzadas guitarras y una destreza vocal por parte de su vocalista María Martínez para cubrir todos los espacios.

La banda no dejó de desenvolverse con soltura en una conjunción de dinamismo y calidad técnica, dando la impresión de haber elegido el camino más congruente para deslumbrar en directo, una sinestesia de sentidos tan evocadora como suntuosa en unas estructuras cargadas de ideas bien aprovechadas, dejando entrever en canciones como «Atrapada», «Deja Pasar», «La Noche Más Oscura», «La Lucha De Un Titán» y «Caído Del Cielo», trazas que encajan bien y que aportan esperanza en futuras grabaciones, registros vocales expresivos y complejos en corpulencia tonal junto a unos virajes con un cariz sinfónico y refinado, sin sobrecargas, y unas tesituras más reposadas, con la voz entrando en registros más graves en ciertos momentos, consiguiendo prender el ánimo cuando se embarcan en patrones rítmicos mucho más power y con un rasgo diferenciador alrededor de textos muy personales. Intachable destreza a los instrumentos, renovando recetas clásicas mediante ejecuciones definidas y estribillos que no fallan, desbordando equilibrio en cada composición. ¡Francamente recomendables!

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