viernes, 3 mayo, 2024
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La fidelidad a un estilo propio es algo de lo que pocos pueden presumir. Los guipuzcoanos Killwolf no persiguen inventar nada nuevo, solamente manifestar un gesto absoluto de devoción y pasión por el genuino heavy metal ochentero, al más puro estilo europeo, expresando emociones que van más allá de lo cotidiano, y sabiendo facturar temas completos y trabajados dentro de los cánones marcados. En la primera edición del edición del Madalenrock, celebrada el pasado 24 de julio en plenas fiestas de Errenteria (Gipuzkoa) ofrecieron otro potente concierto, su segundo hasta la fecha, portando la eterna llama del heavy metal nacional, creando un universo propio a través una serie de elementos definitorios con los que sacan un máximo partido, solos y puentes muy logrados, estribillos de los que se clavan en la mente de un modo rápido y permanente, y mucha consistencia en las bases rítmicas, todo ello perfectamente equilibrado para facturar un heavy metal puro y con mucho gancho, a fin de contagiar sentimiento al público.

La banda trasmitió mucha fuerza, con una mayor seguridad en la ejecución de los temas de su primer disco de “La hora del Miedo”, tramos instrumentales elaborados que responden a las habituales estructuras del estilo y un juego de guitarras que saben aportar vitalidad, destellos y esquivar meritoriamente el caer en tópicos excesivos, demostrando en conjunto una entereza propia del de bandas consagradas, buscando el contacto más directo y disfrutando del momento. Una plena cohesión colectiva, con un trabajo en las voces bordado junto a un continuo fluir de técnica y calidad en composiciones con un significado bastante personal que cada uno puede interiorizar, «Licantropo», «Teatro de Ficción», «La Hora del Miedo», «El Guardían», «La Danza de las Brujas», «Eterno», «Heavy Metal» y «Killwolf». Un sentido muy directo en lo musical, un heavy metal noble y fiel, un sentimiento real, consistente y profundo que emerge del corazón y que solo es comprendido por aquellos que sabemos lo que es y significa dicho estilo. Un cielo inmutable con sus estrellas fijas, obsequiando con destellos de una calidad considerable al atreverse a homenajear a los inigualables Avalanch con «Aquí Estaré», y poniendo una mayor dosis de pasión en una plena admiración a los riojanos Zenobia en «Legión Infernal»

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