jueves, 2 mayo, 2024
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La fuerza de la autoexigencia y el empeño de crear un manual creativo propio son las bazas fundamentales si se tiene como objetivo el marcar tendencia y dejar un legado imperecedero, subir peldaños con pulcritud, entereza y madurez, exponiendo un potencial con un aura de transcendencia. Los salmantinos Kritter llevan años puliendo su capacidad capacidad de transmisión, abarcando terrenos muy diversos con una capacidad natural y sabiendo hacer aflorar su creatividad con una instrumentación trabajada al detalle, trascendiendo clichés con criterio, una expresividad tremenda y un manantial de sentimiento, reafirmándose como uno de los grupos referentes del presente de la escena metalera.

Su primera visita a la capital guipuzcoana fue saldada con un notable alto, con la precisión y soltura de una máquina perfectamente engrasada, y con un sonido cuya calidad es totalmente equiparable al de formaciones de primera línea. Una línea de actuación bien trazada, presentando su quinto trabajo «Special K», teniendo muy claro siempre que lo importante es transmitir y hacer participe al público, aprovechando la inercia favorable que ellos mismos derrochan con su ilusión y vitalidad rítmica, traducido en un pleno control en desarrollo emocional mediante un impecable trato de sus melodías y detalles de calidad, mostrando inspiración en cada transición y recorriendo con cierto riesgo terrenos diferentes a los habituales en «Eyes Shut», «Blood Work», » As Gunpowder Needs a War» y «Eternity», creciendo en eficacia y soltura con el transcurrir de la actuación, desempeñando cada componente una labor excepcional, destacando la faceta individual de su vocalista, quien sabe manejar muy bien sus registros vocales, dando lo mejor de si en los tonos altos y agudos, fluyendo entre agresividad y melodía como un verdadero portento.

La banda sonó con fuerza, dejando espacio a una libertad de mezclar estructuras y sonoridades clásicas con elementos y recursos más actuales, con unos excelentes doblajes de guitarra en «Sucker», «Slow Burn», «Ashes Of A Life», «Pretty Harlot» y «Terror in Tokio», temas de ritmos muy vívidos y recursos musicales de sobra a través de puentes instrumentales mucho más llamativos y unos contrastes que las hacen muy imprevisibles, permitiéndoles subir en intensidad para incitar un acercamiento total del público a las primeras filas en «We Die», con las pulsaciones revolucionadas y haciendo gala de una personalidad propia que es difícil de encontrar entre tanto grupo de copia y pega.

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