Adquirir la naturalidad y fluidez necesarias para expandir horizontes es quizás el objetivo más difícil de lograr para una banda que lleva pocos años de andadura musical. No obstante, existen ciertas cualidades que pueden ayudar a allanar el camino, el desprender una seguridad en tus propias ideas y una vitalidad contagiosa que te haga destacar de aquellos grupos que se mueven en un terreno trillado. Los durangueses The Kraven huyen de las fusiones vanguardistas tan de moda hoy en día, decantándose por un sonido totalmente transparente y una claridad expositiva con sólidas bases y desarrollos vistosos, un groove/metalcore totalmente sorpresivo, sin fisuras en aspectos técnicos y una variedad en constante efervescencia, sonando muy orgánicos en conjunto, y reflejando mucha imaginación dentro de esos parámetros musicales.
Salieron intratables en la sala Groove (Portugalete), exponiendo ante todo una fuerza y vitalidad inverosímil, contagiando el disfrute que ellos sienten al tocar, jugando con riffs de guitarra aplastantes y unas tonalidades vocales con suficiente complejidad y versatilidad, orientando sus temas nuevos «Lullaby», «Pull Me Under» y «Fractal» hacia el perímetro que buscan, terrenos de lo más potentes, atendiendo a melodía y agresividad indistintamente para acrecentar las sensaciones. Desarrollos de lucidez en ritmos cambiantes, sin caer en simplicidades, con visos de evolución llegando a la intensidad requerida con asombrosa naturalidad y brillantez en cada tramo de «Play For Losing», «Comes Lets Dance», «Heriotza», «Peyote», «Gizakaiola» y «Hezigaitza», bajo una naturalidad nada forzada, un aura muy personal, diferente de lo habitual. Una ejecución tan bien equilibrada y vigorosa que suscita rapidamente una reacción desproporcionada en la concurrencia.