En los últimos tiempos ha llegado una corriente de bandas que huyen de la copia barata, plasmando un estilo propio, reconocible y atractivo, al reflejar aspectos bastante diversos y buenas cualidades a nivel técnico y compositivo, siendo capaces de salirse de lo reiterativo mediante el ensamblaje de punteos y ritmos a contrapelo, alternado diferentes influencias y estilos sin salirse de los bordes de la coherencia.
Los riojanos Tobogán siguen apuntando muy alto, manteniendo un sentido explosivo y una vivacidad en estructuras que mutan constantemente, desbordando equilibrio con una versatilidad destacable e imprimiendo carácter, desgarre y pasión, desde el constructivismo de nuevos horizontes musicales y la confianza puesta en sus aptitudes, forjando una carrera musical con paso firme, con un sonido directo, de rítmica potente y ejecuciones definidas, sin estancarse ni buscando ciertos convencionalismos.
Lo suyo son los riffs fuertes, las bases contundentes, una voz firme, agresiva y melódica, los mensajes cargados de significados, y unos estribillos que se incrustan rapidamente en los oídos, creciendo en intensidad de forma constante a través de bases musicales que beben del punk rock, stoner, rock e incluso el hardcore melódico o el grunge. Llevan tiempo reclamando un hueco como una de las bandas relevantes del rock, con una personalidad de las que marcan territorio.
En la cuarta edición del Gasteiz Fights Cancer dejaron una sensación muy plena, una mayor sensación de entereza en su forma de concebir la música, con aderezos musicales llamativos y una libertad creativa que sigue adelante sin caer en derivaciones incompresibles, una transmisión de sentimientos por encima de todo, con una personalidad que se torna aplastante en temas como “Vuelve A Llamarnos”, “Lealtad” y “Balas De Plata”, letras que son tan sentidas al igual que cada acorde que llevan impreso.
Un equilibrio perfecto en fuerza y melodía que les hace interesantes, ganándose la fidelidad de sus seguidores con su actitud en escena. La vitalidad que imprimieron en la ejecución de algunas de sus nuevas composiciones (“Nadie Conesta”, “Barato” y “Vimos Arder El Mundo”), dinamizaron muchísimo la actuación, con un Daniel Pérez enérgico, imprevisible en sus movimientos y en sus diálogos. Tras un repaso a su EP “Regreso Al Rock Químicamente Puro” (2018), con una frenética “Dejadme En Paz”, llegó un estupendo recordatoria a Lagartija Nick, para dar paso posteriormente a un tramo musical de onda detonadora, con llamativos cambios en las tesituras de las guitarras e influencias acopladas a un estilo consolidado en “Medicando Costumbre” y “Alta Fidelidad”.
Un aumento de fuerza en un discurso cargado de contenido en “Mama Tiene Una Pistola”, de transmisión muy directa, con una voz cargada de rabia, echando un poco más de imaginación en “Vimos Arder El Mundo”, con una base rítmica bien compenetrada a cargo de Jimmy (guitarra), Rubén Domínguez ‘Boogy’ (bajo) y Valpu (batería), ganando en detalles y con esa vivacidad que los aleja un tanto de la vertiente comercial, manteniendo unas señas perfectamente identificables. ¡Pura energía!