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Son muchos los que dicen que todo esta inventado en el mundo de la música, pero el saber forjar una personalidad íntegra, diferenciadora y duradera facilita mucho el poder encauzar la carrera creativa por la senda de la satisfacción y el éxito. Los bilbainos 4 Villains son un grupo que no copia los esquemas de nadie, con toda naturalidad dejan fluir sus sentimientos, sabiendo plasmar bajo un estilo propio y con una creatividad desbordante, influencias de flancos bien distintos (rock y metal) y con una pizca de comercialidad en la voz en determinados momentos, sabiendo disfrutar de la música con un estilismo y puesta en escena peculiar.

El pasado sábado en el jardín de la Falerina (Gasteiz) volvieron a demostrar que cuentan con una de las propuestas más originales hoy en día en tierras vascas. Un show con un aire circense, libre de ataduras, y expresándose cada vez más sueltos y cómodos en varias direcciones musicales con estribillos marcados y coreables y un trato instrumental diverso, manteniendo una personalidad principalmente en la personal de Almudena Hormaechea, quien sabe sacar todo el jugo a través sus brillantes registros, mostrando un llamativo maquillaje y jugando con elementos de escenografía ocurrentes. Una frontwoman que no se acobarda ante nada, abriendo el espectro de las emociones a base de teatralidad y espontaneidad, sin perder nunca su sitio ni el hilo en todo su desarrollo.

Recursos todos ellos a favor de una complicidad exclusiva con el público, una vitalidad expresiva y de difícil escapatoria a través de ritmos de precisión milimétrica, con un peso muy semejante en todos sus elementos, sabiendo dar el punto exacto de fuerza y melodía en ritmos que rebosan una diversidad de sensaciones. Auténticas declaraciones de intenciones como «Yo No Quiero Ser», «Fighting Desire», «Romanticide» y «Last Call», con múltiples matices en los que reparar y penetrantes melodías vocales que fáciles de corear rápidamente, encontrando mayor receptividad en la interpretación de una colección considerable de versiones, «Zombie» (The Cranberries), «The Kids Aren’t Alright» (The Offspring) y «Killing In The Name» (R.A.T.M), con destellos de calidad en cada uno de los componentes. «Zoroek Jokoas» fue la guinda del pastel, con un tinte más candente y desgarrador, acrecentando la diferenciación entre las partes melódicas y agresivas a nivel vocal. Todo ello cohesionado en torno a un estilo propio.

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