miércoles, 9 octubre, 2024
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Una consolidación en estilo, sonido y composición han logrado materializar los bizkainos Deimocracy en su nuevo trabajo «Erebo», con un tratamiento de guitarras y ritmos muy dinámico para paladares exquisitos que aprecian la versatilidad y la variedad de detalles. Una manifiesta evolución en puentes detallistas y una profundidad en un ejercicio de progresivo, saliéndose de lo preconcebido.

-Pocas son las veces que he escuchado un disco que me transmita tanto en una primera escucha. Vuestro nuevo trabajo «Erebo» me lo irradia, una obra en la que todo encaja y nada sobrecarga, una mayor versatilidad, unas bases rítmicas que aplastan cráneos y una conjugación de voces agresivas y melódicas muy logradas.

 

Toda una auténtica declaración de intenciones, un maremágnum de emociones y sonidos variados tan bien hilvanados que uno acaba por olvidarse de identificar etiquetas o referencias innecesarias para centrarse en el goce de la música. ¿Cuáles han sido esas nuevas influencias que os han ayudado alcanzar tal elevado grado de madurez?

 

Siempre hemos sido de la opinión de que es el público el que debe decidir qué estilo es el que hacemos, y yo quiero que la persona que lo oiga se entregue al placer de escuchar música, no que esté pensando qué hago, qué dejo de hacer, o qué técnicas uso. Que me digas eso es justo la confirmación de que hemos conseguido exactamente lo que queríamos y no sabes cuánto me alegra oírlo. Ha habido varias cosas:

 

Hace ya 10 años, cuando empezamos a trabajar en Keep One Eye Open, yo tenía 19 años y aunque desde niño he escuchado todos los estilos de música posibles, mi circunstancia vital (no estaba bien anímicamente) me exigía tocar géneros frenéticos y potentes como groove metal, thrash metal, y death metal, pero si te fijas los elementos de este mismo disco también están en el otro. Lo que pasa es que su calidad no permite fijarse, pero las atmósferas, la canción acústica y los pequeños matices progresivos y los ritmos groovies están también en nuestro disco anterior. No hemos hecho más que reformularlo y el resultado de “Erebo” es mucho más completo.

 

El sistema de composición es prácticamente idéntico y ha dado resultados distintos. Son múltiples factores. En 2016 me lesioné la mano derecha de por vida y tuve que sacrificar potencia de riffs por algo más de estudios en armonía, escalas, etc, lo que abrió muchísimo campo.

 

Y pues en influencias concretas, sí ha habido mucho más death metal melódico, música progresiva, y he querido recuperar muchas cosas del nu-metal que se me quedaron en el tintero. Por supuesto oír las nuevas tendencias de Djent ha hecho que nos hayamos atrevido a probar afinaciones y estructuras que no se habían explotado en Keep One Eye Open.

 

Por otra parte, dos de nosotros nos hemos formado los dos últimos años bajo la tutela de Carlos Lozano de Perséfone, lo cual ha constituido una apertura de miras a la hora de escribir música y comprender mejor lo que hacíamos.

 

Sin duda alguna a nivel instrumental estáis mejor que nunca, este nuevo trabajo alberga mucho dinamismo y una gran confianza absoluta en vuestras aptitudes palpable desde el primer instante, canciones repletas de detalles técnicos y arreglos excepcionales, dando una sensación de que a la hora de componer dejáis fluir libremente vuestra creatividad, con matices guitarreros en forma de riffs y punteos doblados, y sobre ellos una amalgama de registros vocales, con guiños puntuales a diversos géneros bajo un sonido contemporáneo.

 

Un trabajo que sorprende por su técnica y elaboración. ¿Habéis tenido una actitud abierta a la hora de probar diferentes tonalidades? ¿Que sentimientos habéis buscado transmitir a través de él?

 

La norma es que no hay normas. En concreto, los solos de que grabó Gorka están doblados pues ése es su estilo, y no hay normas escritas sobre cómo debe ser un solo en esta banda. Los míos, por ejemplo, no contienen tramos doblados. En mi caso, metí mucho detalle a los riffs y a mis solos, pero partí de la premisa de que debía tenerlo muy claro como cantante. Puse mucho empeño en llevar a estudio todo atadísimo a nivel de guitarras rítmicas y voz, y el trabajo de baterías que hizo Ander es sencillamente excelente. Son muchas horas de estudio y pulimento.

 

Sobre la actitud abierta, podría comentarte lo siguiente: Deimocracy la tiene. Yo no sé si Deimocracy un día transitará otras texturas o ritmos, no me preocupa. Tuve una vez una banda en que oí a una persona que no sabía tocar la batería decirle a su batería “no hagas eso” o a su guitarra “ese riff no” sin proponer ninguna idea ni hacer algo constructivo. Las canciones de esa banda que acabamos preparando para un segundo disco que no salió, eran absolutamente simplistas y grises, y abandoné la banda. Bueno, pues esa banda no es Deimocracy. En Deimocracy uno debe elegir. Debe cuadrar armónica, melódica y rítmicamente, y lo demás es elección personal de cada músico. Y tanto Ander, como Juan, como Goiatz, como Gorka propusieron grandes ideas sobre bases completas que llevé y luego fueron recortadas, cambiadas… y acabaron siendo “Erebo”.

 

Líricamente, hemos buscado fundamentalmente defender tres ideas en este disco: La primera, la defensa ecológica de nuestro mundo, la segunda, la defensa de los valores humanos que terminan por diluirse en la era digital y evitar la pérdida de libertades (común con Keep One Eye Open) y la tercera una alabanza de la poesía, las artes, y la tradición mítica universal.

 

Cualquiera que haya seguido un poco vuestra trayectoria habrá podido observar una sensacional evolución hacia un sonido mucho más propio, impregnado de frescura y dinamismo. En «Erebo» os habéis atrevido a dar un paso más allá en experimentación y ciertos aspectos de modernidad en el sonido, sin deambular en estructuras que resulten forzadas, para que el oyente abra su mente a la percepción de sensaciones. ¿Pensáis que ya habéis alcanzado vuestra identidad como banda? ¿Con que mentalidad entrasteis a componerlo? ¿Cuánto tiempo os ha llevado el elaborar los temas, de dónde surge el concepto y cómo ha discurrido la grabación?

 

Siempre hemos creído en nosotros y en la identidad ecléctica que quisimos mostrar desde un principio. Hay canciones que tienen únicamente un solo estribillo, otras sin solos, otras lentas, rápidas… El único objetivo es que resulten bonitas. Bonitas en su fuerza, en su ritmo, en su melodía, en su capacidad de penetrar en el oyente. Deben cumplir una segunda norma: Deben ser diferenciables unas de otras. La identidad… la identidad cambia. Creo que es más excitante “a ver que hacen, a ver qué ida de olla han tenido”. Las grandes bandas de referencia mundial tienen discos muy diferentes entre sí y solo suenan a ellos, no hay género claro. ¿Qué es Gojira? ¿Qué es Linkin Park? ¿Qué es System of a Down? si eso es identidad, es en ese tipo de bandas en las que nos fijamos. Si ya cambia la de cada uno en la vida…Por ejemplo una cosa que no he hecho nunca es hacer un tema con melodías celtas o tradicionales, algo al estilo Folk Metal y así…No hay ningún problema en compartir espacio en un disco con otra canción más llevada por vías compositivas de Hardcore o de Metal progresivo.

 

Los temas tardaron cuatro años, pero habrían tardado menos; no hay que olvidar que durante diez años nos hemos compaginado con un proyecto tan grande como Moonshine Wagon. La grabación duró meses, pero una vez más por cosas que no podemos evitar, como vivir separados unos de otros…y en cuanto a la mentalidad de componerlo, era una mentalidad exigente, con nosotros y con el estudio; quisimos que la gente, cuando lo oyera, pensara: “Este es uno de los discos que más me han gustado de este año de mierda”.

Lográis mantener el interés del oyente gracias a unos cambios de ritmo que aportan la variedad necesaria y unos registros vocales perfectamente adaptados a la línea musical. ¿Cómo se alcanza ese nivel de técnica y brillantez para saber como colocar cada elemento en el lugar adecuado y provocar una reacción emocional en el oyente?

 

No quiero pecar de tópicos, pero es pura intuición, en mi caso para las composiciones base, son absolutamente directas y viscerales. Eso hace que haya desechado otras 20 composiciones por el camino. Yo las grabo y al día siguiente me las pongo. Si me vuelve a emocionar y a sentir “como público, me gustaría motivarme con esto” entonces siguen. También pongo las demos a mis amigos (desde los más novatos en música hasta los más veteranos) y a mi pareja y me fijo en sus caras. Acabo siendo un pesado con las demos, pero ellos son un departamento de calidad cojonudo.

 

Por otra parte, he pasado muchos años acomplejado con mi forma de cantar en limpio, pero por una vez he dicho “basta” y he creído en mis capacidades. No sé si he encontrado mi timbre definitivo, pero ahora sí sé que puedo hacer cosas interesantes y potentes. Durante la pandemia caí a un pozo vocal. Tenía incluso dolor al cantar mis propias canciones del disco anterior. Finalmente me iba solo al local a probar técnicas y a cantar covers de todo tipo de géneros, a practicar la armonización, etc. Fui subiendo la cuesta y me recuperé justo cuando llegué a grabar el disco. A nivel vocal, me encuentro mejor que nunca, tras haber estado peor que nunca.

 

La variedad rítmica y la capacidad de evolución es algo a destacar en el mismo. Los temas no siguen una línea similar y hay mucha diferencia entre unos y otros. ¿En que tesituras os sentís más cómodos?

 

Según. Los temas son muy exigentes físicamente. Todos los músicos que han pasado por esta banda han dado cuenta de su adrenalina y de su dificultad rítmica, manteniendo un show activo y que implique a quien está viéndote. Es esa variedad la que permite adaptar el show y probar configuraciones que hagan a la gente sentir un vaivén. Yo personalmente disfruto de todas las canciones, pero sé que a mis compañeros de banda actuales, más jóvenes que yo, les tira bastante la cera dromedaria … Siempre pienso que la música es como hablar. ¿Quién habla constantemente utilizando el mismo tono y ritmo salvo los profesores aburridos? Lo mismo da que hablen despacio o rápido si no cambian.

 

El disco ha sido grabado y mezclado Chromaticity Studios bajo la dirección de Pedro J. Monge. Contadnos un poco cómo ha discurrido la misma, da la sensación de que hay bastante partes grabadas en directo, buscando un sonido lo más parecido a como sonáis sobre un escenario…

 

Sobre el proceso en general es sencillo. Acumulé demos en casa desde el año 2017 y durante la pandemia hicimos lo posible por trabajar a distancia y juntarnos en el local una vez al mes para terminar los temas. Eran ensayos de 6 o 7 horas, cocinando con el campingaz en el maletero del coche. Se desechó aquello que no convencía, unas 20 demos. Después pasamos por el local para poner en común los arreglos.

 

Después utilizamos esas demos para guiar la grabación del resto de cosas. El primer punto es que escogimos grabar las baterías al uso y con cariño, en Magic Box Studios en Mungia. Revisamos que cada matiz estara. Luego de ahí nos trasladamos a Chromaticity, por lo que hubo dos estudios. Muchas bandas ahorran dinero sustituyendo a sus baterías por un PC con palitos, puntitos y huecos que suenan todos a ostión padre en un mapa de tempo y cuantizan todo como si fuera aquello un embaldosado perfecto. Como guitarrista rítmico, me importa la batería, su dinámica y su expresividad, mucho. Y él graba primero. En origen graba sobre mis demos, pero de lo que va a ser definitivo él es el primero. Es mi principal aliado para componer. Lo fue con Goiatz y lo es con Ander.

 

Después se comenzó con las guitarras rítmicas, y no con el bajo. Esto lo decidí aposta porque si la base compositiva de esta banda es la rítmica y los arreglos se reparten entre solista, batería y bajista, debe sentarse primero la base. Llevé todo estudiado para cada sonido y que dependiera lo mínimo del estudio, desde cómo tocarlo, ángulos de ataque de púa, uso de pastillas, mis propios pedales etc. Se piensa que las guitarras rítmicas a veces ocupan un segundo plano, pero son las velas del barco, el motor. En géneros acústicos se ve clarísimo.

 

Después vino el bajo, que Juan grabó a distancia desde Barcelona con arreglos propios. Prácticamente obligué al pobre Pedro a subirlo mucho de volumen tras un gran tira y afloja. Muchas veces nos conformamos con que un bajo cumpla su papel como una onda grave que está ahí, pero tomé la decisión de poner el bajo bastante más alto de lo habitual. No hacerlo sería echar a perder el trabajo de base y arreglos de Juan, cuyo golpeo y brillo son evidentes.

 

Los productores se quejan de los bajos muy potentes porque puede cargarse la mezcla (y tienen razón), pero hice esto deliberadamente porque lo escuché con todos los auriculares posibles que tenía y seguía sonando bien, y esto no deja de ser un cuarteto. ¿A alguien se le ocurre una banda de acústico que tenga un contrabajo y no se escuche o simplemente la cosa suena mal cuando no está? Además, es potencia, y si me gusta el Metal, es por su potencia y su masividad más que por su frenetismo. Mis principales influencias en Metal desde crío son de Nu-metal y de Groove Metal, y pienso de esa forma, aunque incorpore otras cosas y toque otros géneros. Miremos Pantera, Korn, Mudvayne, Coal Chamber… ¿Cómo son esos bajos?

 

Después llegaron las guitarras solistas, con el grandísimo nivel que aportó Gorka. Yo también grabé mis solos, mucho más rockeros y menos complejos, tirando de cuerdas dobles, y tal, pero los sweeps de Gorka, su digitación impecable y su control de saber qué hace en cada momento y por qué, además del gran espacio que le di para insertar arreglos convirtieron las composiciones en un mapa de color muy superior al disco anterior.

 

A nivel técnico, todas las guitarras están grabadas con una fusión reamplificada de amplificadores de válvulas y otros de modelización digital.

 

En las voces utilicé todas las técnicas que conocía y antes de grabar me puse a cantar unos karaokes de cosas variopintas para que las diferentes texturas me salieran mucho más fácil y para motivarme. Me atreví a jugar con agudos en varios temas y procuré meterme dentro de ese universo para vivirlo mientras lo grababa. Fue para mí lo más difícil y en lo que Pedro y Tano nos ayudaron con su experiencia.

-Actualmente hay muchos grupos que saturan sus trabajos con exceso de producción de forma que oculta o disfraza la falta de creatividad. ¿Cuál es vuestra opinión al respecto?

 

Muy sencillo. Cuando pasa eso es como cuando se señala a la luna y se mira el dedo. Hay que ir al estudio con las cosas sabida y apuntadas, si vas al estudio a que te hagan un disco, entonces mal asunto, sobre todo si no tienes unas cuantas decenas de miles de euros, porque si no te vas a llevar un disco absolutamente insulso, de un productor que no quiere tocarlo, y que un momento dado te dice que no te lo produce.

 

Hay gente que ha vivido de composiciones pobres en lo musical, pero con una gran actitud y una excelente producción. Esto lo queramos o no es un acierto, porque la música no deja de ser subjetiva, pero también ha dejado de funcionar. Ya consumimos mucha música por esa vía. Pero cuando todos usamos las mismas técnicas de todo, y todo (o al menos las imitaciones de todo) están al alcance de todos, las cosas carentes de creatividad, precocinadas o copia-de-la-copia-de-la-copia-que huelen a kilómetros, y desde luego si hay algo que yo no quiero, es meter a esta banda en ese saco. Y sé que hay cosas que es imposible, porque están muchas inventadas.

 

Aun así, y rompiendo una lanza, admiro mucho también a quienes a base de producción han creado cosas completamente nuevas sin inventar nada y lo defienden en directo.

 

– Me resulta llamativo los destellos de gran lucidez compositiva que albergan temas como «Earth», «Spectra» y «Praise of Tears», lo bien que aparecen matizadas todas sus melodías y las brillantes ambientaciones que albergan, sabiendo colocar cada elemento en el lugar adecuado para provocar gratas sensaciones. ¿Ha sido difícil la cohesión entre los diferentes elementos para no perder contundencia y espontaneidad?

 

Gracias por tus palabras. No, no tiene por qué; funcionamos siempre en base a lo que nos pedía el cuerpo. Quizás Spectra es la que más sectores tiene, pero resultó en algo muy gratificante. Lo que sí ha tenido que escogerse con cuidado para no perder unidad como álbum tanto armónica como lírica fue el orden de las canciones.

 

– ¿Cuál fue el tema que más disfrutaste grabando y el que te dio más quebraderos de cabeza?

 

Disfruté en todos, teníamos muchísimas ganas de hacerlo, y los quebraderos de cabeza eran bienvenidos… Sí que para cuando grabé algunas voces agudas muy potentes como en Welcome y Spectra estaba algo fatigado y sufrí, pero al no disponer de muchos días al vivir y trabajar en Logroño, tuve que echarle huevos y aprovechar mi garganta, eso es todo.

– Llama mucho la atención que habéis incluido una canción acústica con la ayuda de Goiatz Dutto de Moonshine Wagon (antiguo batería) al violín y las voces. Se trata de una apertura hacia nuevos horizontes o más bien para proporcionar una mayor dosis de heterogeneidad.

 

Se trata por una parte de un homenaje a él y su trabajo en esta banda, y por otro lado por mi expreso deseo siempre de que haya una canción acústica en cada uno de nuestros álbumes. Goiatz es uno (si no el mejor) de los mejores músicos que conozco y ha sido un honor compartir batalla durante 10 años con él en este proyecto. Moonshine Wagon y Deimocracy son y serán dos bandas hermanas muy luchadoras en Euskadi que nacieron a la vez y que han colaborado entre ellas de diversas formas, si bien éste es el primer registro grabado y publicado de ello. Hemos aprendido juntos y mutuamente el uno del otro. Entre una de esas ideas de bombero, alguna vez le he propuesto a Goiatz metalizar un “best of” de Moonshine Wagon… o hacer un disco combinado con una instrumentación mixta.

 

– ¿Cómo veis la industria musical en este momento? ¿Cuáles serían vuestras alternativas para intentar dar la vuelta a la situación?

 

Me referiré a la industria musical, no al gremio del metal, que tiene sus propios defectos y virtudes.

 

Ha habido numerosas mejoras en cuanto a la capacidad de ser escuchado, pero uno se pierde al final en un mar de producciones. A pesar de ser global, está controlada por muy pocas manos, y requiere de una grandísima inversión, aguante, y sobreesfuerzo sin beneficios durante una larga temporada poder posicionarse y ser realmente escuchado. Los primeros 500 videoclips de Youtube pertenecen solo a 3 compañías. Los monopolios continúan y los artistas no perciben apenas dinero por las escuchas. Entonces al menos, debería haber facilidades para los directos…y no precisamente. Por otro lado, la cultura de la inmediatez hace mucho daño a quienes quieren sacar discos y hacer composiciones largas. Yo puedo concebir en Deimocracy canciones de dos minutos treinta, pero no como sistema para expresar toda esa variedad. Y no quiero tampoco una sobreestimulación constante. La calma y los procesos lentos hacen bonitas muchas cosas. En la naturaleza, y en el arte.

 

Hay que ofrecer lo que a mi entender falta: Humanidad, cercanía, sinceridad y controlar el exceso de barroquismo, pompa, y recarga de monstruosidad sonora. Por otro lado, las producciones digitales hace años que han ido subiendo su volumen y compresión. Científicamente (hay estudios del CSIC al respecto) que confirman que todo suena igual. Se ha reducido la gama armónica, e investigadores como Jon E. illescas citan en varios libros que se penaliza a las bandas en pro de los solistas porque son más costosas. Se prioriza el rendimiento económico a tantos niveles, que muchas cosas caen por el camino. Es un proceso global; no solo afecta a la música.

 

– ¿Cuál creéis que es mayor problema con el que se topa un grupo de metal en España?

 

Buf. Si hay tantas bandas paradas… es por algo.

 

Pasan varias cosas. Poca demanda. Una es que en muchas ocasiones los músicos acaban tocando para músicos como en otros estilos (como el jazz) y que el retraso en la emancipación de los jóvenes hace que sea difícil llevar a cabo un proyecto. Hay sobreoferta de bandas en algunos sentidos. Por otro lado, creo que el Metal está perdiendo contacto con la calle, con sus raíces urbanas, en pos de cierta “excelencia artística” “youtuberismo” y “elitismo de instrumentos y sponsors” que solo se puede lograr con un terrible gasto en forma de estudio, formación, tecnologías… y que no te permite salir a la calle y estar con la gente. Y es de esa interacción de la que sale una escena fuerte y funcional. Yo tengo 29 años, y aún tengo sensación de ser una de las “jóvenes bandas” de Euskadi, y eso que intentamos contar siempre con bandas más jóvenes. Personalmente, no me siento especialmente joven, llevo en bandas desde los 13 años…16 en total.

 

Creo que mucho del metal moderno se obsesiona con los medios y se olvida de los objetivos; el objetivo es la comunicación humana y el amor por la música. Ser Youtuber es una forma de vivirlo, pero si es la norma, al final todos hablamos y nadie escucha. Matt Heafy de Trivium gana más dinero con sus directos en Twitch que con Trivium, o algo así entendí. Más suscripciones tienen Youtubers que anuncian un pedal concreto, que discos increíbles de bandas como Perséfone.

 

Por otro lado, salir es muy difícil. Muchas veces puedes lanzarte a la carretera y volver con las manos medio vacías con el ostión que puede suponerte. Para determinados estilos, España sigue anclada en los grandes clásicos que protagonizaron una preciosa eclosión en los 80 y 90, pero no terminamos de abrirnos a sonidos más internacionales y modernos. Por otra parte, está la cultura de festival en la que uno se pega un atracón y cree que escuchar y comprender Gojira se consigue en 45 minutos en un festival. ¿Qué jóvenes-reemplazo de esta cultura pueden permitirse ese dinero en una semana en verano y que tras ver eso quieran estar en la escena de su ciudad o de su país? O ahorran todo el año y no van a conciertos… ¿o qué?

 

El IVA cultural no es ningún favor, y la pandemia ha destrozado el tejido de bandas, salas, escena underground… Esperamos que se recupere si luchamos todos. Ahora mismo es muy dificultoso encontrar bandas con la que dar tus primeros pasos en ciudades que no habías pisado y he visto caer proyectos de calidad indiscutible en la pandemia. Hay miedo, y nadie quiere gastar cartuchos. Nosotros hemos luchado para sobrevivir y seguir adelante, pero no te miento, no corren buenos tiempos. Hay iniciativas buenas viniendo de gente joven, y no debemos olvidar que las salas, asociaciones, espacios, y en general el universo del que disfrutamos lo crearon generaciones veteranas y ahora nos toca a nosotros defenderlo y mantenerlo. Antes fueron dictaduras y autoridad carca, ahora es un virus…

 

Además, parece que a las autoridades de este país les da verdadero asco meter música en directo en los locales con las trabas legales que hay. En el extranjero la cultura es distinta al respecto. Esos pequeños locales son vitales para empezar y muchos de nosotros lo hemos hecho ahí o en gaztetxes. Creo, y lo voy a decir, que es una mezcla entre trabas legales, pérdida de poder adquisitivo e independencia de los jóvenes, pérdida de contacto con la calle de este estilo y aburguesamiento por comodidad y “efecto neftlix- peli-manta”.

Algunos del sector tampoco ayudan. Existen por otra parte algunas salas, a las que se la suda completamente defender su buen nombre. A veces tratan mal a los músicos. A ellas les da igual, quién venga y lo que haga, mientras les paguen un alquiler fijo y les llene esos huecos en los que no se puede usar ese espacio como discoteca. Y ya puestos a usar la discoteca, ni siquiera la utilizan temáticamente en torno a electrónica de calidad o experimental, fusiones, etc. sino a colocar radiofórmulas y a vender bebidas normales a precios desorbitados.

 

Si para tocar solo se requiere que pagues y a la sala le importa tres cojones la calidad de lo que suena en su espacio… pues muy bien. Luego se pondrán medallitas de promotores de la cultura, que nos gusta mucho en este país. No pelean nada como salas para que su nombre sea sinónimo de bandas buenas. Si hay bandas buenas allí es simplemente porque tienen el espacio y la licencia. Rara es la que te da algo de cenar. Pero puestos hablar del ejemplo contrario, de una gran sala, es la Urban Rock Concept de Vitoria. Eso sí es una sala. Eso es más parecido a Europa.

 

Por último, España es un país donde la educación artística es completamente deficiente y que no admite la diferencia y la complejidad, aunque los tiempos están mejorando. Ha pasado con la sexualidad y con las artes. Como país, hemos desperdiciado talento y creatividad tanto como hemos desperdiciado personas por su orientación sexual. Países con mejor educación tienen una proporción superior de oyentes de estilos complejos, como el jazz, el blues, o el metal progresivo. Llegan a mandar bandas de metal a Eurovisión. La gente va a las salas “a ver qué descubro”. Muchos músicos, hacemos cine, artistas, bailarines y dibujantes, hemos sido los “niños raros de clase”… Si no te sientes apoyado, y ser músico es algo en lo que te machacan con “de eso no vas a vivir” … muchos tiran la toalla.

 

– Todo grupo cuando empieza en el mundo de la música tiene un sueño y que a vosotros me imagino que aún no lo habéis cumplido aún. ¿Cuál es vuestra meta?

 

Hemos cumplido varios, pero hay que tener cuidado porque muchas personas terminan muy decepcionadas y se apartan de esta carrera de resistencia. Hay que tener los pies en la tierra para poder soñar. El sueño es el siguiente peldaño, y ese peldaño es llegar a un nivel que nos permita sufrir menos en la gestión de todo lo que conlleva la banda, y seguir haciendo música de calidad. Y un sueño que hay que cumplir cada noche de concierto es que si nos ven, nadie se olvide. Por supuesto que nos gustaría un día pasar por algunos de los grandes festivales y salas de este país, pero, sobre todo, nos gustaría batir año tras año un récord de amigos que se sientan parte de lo que es Deimocracy. Ése es el sueño final, pero somos conscientes de lo grande que es el mundo, y que mucha gente lleva muchos años más batallando que nosotros, con sueños parecidos.

 

– ¿Cómo encara la banda la presentación del disco con la pandemia acechando a través de una nueva ola?

 

Con espíritu de lucha. Con cierta inseguridad de lo que pasará también, pero con ganas de mejorar en todo. Aunque diga lo contrario, somos jóvenes, y todavía no tenemos permiso para cansarnos, rendirnos, ni nada de eso.

 

Un placer hablar con The Sound Of The Embryo.