Los legazpiarras Elbereth siguen escribiendo su andadura musical con paso firme, creciendo en contundencia e intensidad de forma constante, pero sin perder para nada su estilo directo y sin concesiones. Un estatus alcanzado en base a una versatilidad y equilibrio en el plano instrumental que le sacan partido con mucha actitud y entrega en sus directos, apuntando a una evolución sin límites de cara al futuro. Para celebrar sus veintiún años de trayectoria, la banda ofreció una actuación especial dentro de las fiestas de Santa Cruz de su localidad natal, con destellos de calidad y suma valentía de quien opta por realizar paso a paso su propio camino. Una actuación de portentosa base musical, transpirando libertad por cada poro a través de virajes de gran calidad musical y donde la fuerza del grupo quedo perfectamente reflejada en toda su extensión.
Tras una espléndida y emotiva proyección de imágenes sobre su extensa trayectoria, salieron los músicos dispuestos a brindar una buena muestra de todo su potencial bajo una alta capacidad de transmisión, no limitándose a meter tralla como ellos saben sin más en «Lepoa Moztu Arte», «Nikomedes». «Doinu Ilunak» 0 «Itzalitako Izarren Lurraldean», sino desatando un continuo ir y venir de sensaciones y oscilantes emociones, dejando volar su despliegue técnico, con la intención de salirse de unos cánones muy fijos. Una conjunción muy buena en fluidez rítmica y donde la experiencia ya cuenta con un peso importante.
Sin descuidar la latente contundencia, pero teniendo siempre claro los parámetros por los que querían moverse, no cesaron en su empeño de hacernos participes del concierto, puñetazos tan directos y diversos como «Zurekin Amets», «Sasien Gainetik y «Azken Bidaia», adhiriéndose a una raíz más tradicional, y aportando bastantes detalles de calidad en el desarrollo de las partes instrumentales, un reparto de riffs con mucho olor a thrash. Una fuerza inusitada con descaro y valor con la que terminaron llevándose al público consigo a partir de la instrumental «Elbereth» y con unas guitarras afiladas muy heavy metaleras en primer plano en canciones como «Gorroto», «Zegaitik Aita» y «Gaueko Ilargia», haciendo que la técnica individual de cada uno de ellos se pusiese siempre al servicio del conjunto.
La banda se dejó la piel para demostrar que la potencia desplegada en sus discos de estudio puede ser fusilada en directo con una dosis de intensidad desmedida y una personalidad propia lograda, no solamente ofreciendo una misma cara de sí mismos, sino con detalles escénicos como ráfagas de fuego con el objetivo de transmitir emociones de alto calibre en «Itzalak Leihoetan» y «Sinismen Galdua», contando en ambas con la participación estelar de Abel Rodríguez (Kalean). Una máquina de riffs constantes, alternados con buenos solos en torno a vertientes diferenciadas, abriendo el tarro de las esencias y dejando que aquello fluyese de modo espontáneo, explayándose los músicos a sus anchas en un final apasionado con «Aizkorak Zorrozturik», dejando una sensación difícilmente superable en futuras actuaciones.